Mujeres De Colores

Bescansa, Pandora y Beatriz Gimeno

  • 19 enero, 2016

Carolina Bescansa ha abierto la caja de Pandora. Y seguro que era consciente de que eso iba a ocurrir aunque no diría yo que no le haya desbordado el asunto. Los artículos, post y comentarios que ha suscitado su gesto tratan varias cuestiones que están relacionadas entre sí, por supuesto, pero en muchos casos se mezclan argumentos y yo necesito sistematizarlos:

1.-Quizás lo más debatido haya sido la deficiencia en políticas de conciliación que sufrimos en España. Si ni la madre ni el padre pueden estar con el bebé más allá de las 16 semanas, la única alternativa para las carolinas de este país es dejarlo en manos ajenas. Y esto, aunque duela a políticos y feministas institucionales, no es saludable. Es más, va en contra de los derechos de las niñas y niños, de lo que marcan la OMS y UNICEF. Otra cosa es que no se quiera afrontar esta realidad y que todos los partidos políticos entren en bucle defendiendo la educación infantil gratuita de 0 a 3 años como si fuese la panacea. Por cierto, diputada, a ver si consigues que el próximo documento sobre conciliación de tu partido sea un poco más audaz. Pienso que los permisos de maternidad y paternidad intransferibles que proponéis están muy bien y ello pese a que en “mi entorno vital” no son nada populares. Pero la corresponsabilidad así a secas, en los términos en los que la entendemos, no va a ser la solución. El problema de la desigualdad entre hombres y mujeres es del sistema y no me refiero sólo al patriarcado, sino a su primo el capitalismo. Mientras no se asuma la necesidad de reconocer el trabajo reproductivo , las medidas que se apliquen no dejarán de ser parches. Porque por mucho que nos empeñemos en que ellos se queden en casa a cuidar, si ese trabajo no tiene reconocimiento económico y social, las resistencias machistas seguirán estando ahí.

2.- El segundo asunto que se plantea es la visibilidad y la aceptación del binomio mamá–bebé (o papá-bebé). Los bebés son personas y merecen tener presencia en la sociedad. Es absurda esta fragmentación mundo adulto vs. mundo infantil. Es obvio que no todas las profesiones se pueden ejercer con un bebé porque reclaman un tiempo de atención muy alto o bien porque el centro de trabajo no reúne las condiciones adecuadas. Y en todo caso, no se trata de hacer malabares. Entiendo que el gesto de Bescansa busca normalizar la presencia de las niñas y los niños en la vida cotidiana, no tanto en el lugar de trabajo.

3.-Y en tercer lugar, se ha puesto sobre la mesa el enfrentamiento, porque no se puede llamar de otra manera, de los diferentes grupos feministas. Se habla de un cambio generacional y se mezclan los reproches mutuos con los agradecimientos por las luchas anteriores. Aunque sabemos que Bescansa no es la primera mujer que hace algo así, sí es la que ha conseguido más repercusión por su posición dentro del partido y por el momento político actual. La elección de esta parlamentaria es fundamental porque saca del armario la crianza con apego con la lactancia materna como bandera. Y la mete de lleno en el debate político, cuestionando la clásica dicotomía espacio público/espacio privado y dinamitando por la base todo este andamiaje conceptual que es muy valioso pero que está dejando de ser intocable. Beatriz Gimeno, quizás la feminista más conocida del grupo de las “antiteta”, ha escrito un artículo sobre el tema y ¡oh, milagro! no acusa a Carolina Bescansa de nada. Es más, la respeta. Y yo no puedo dejar de alegrarme por ello. Es verdad que son compañeras de partido, pero podía haberse mantenido al margen y no lo ha hecho. Me consta que Beatriz es una investigadora brillante además de una activista feroz. Pero su clásica postura tan enconada contra la lactancia me enfada, a mí y a muchas como yo. En una ocasión le pregunté algo obvio, si no sabía que la misma presión que según ella reciben las mujeres que no quieren dar de mamar, también la sentimos muchas que decidimos dar teta. Y esto ocurre porque no tenemos red, o porque el mundo médico tiene unas carencias formativas enormes o por lo que nos condiciona en muchos sentidos el mercado laboral. Me contestó sorprendida que no se lo había planteado. Esa respuesta en una persona inteligente como ella es muy curiosa, así que desde entonces le he dado muchas vueltas. Quizás estaba tan convencida del poder del neomachismo sobre nosotras que no se había planteado que, simplemente, a otras mujeres que ella consideraba feministas nos gusta dar teta sin ser tampoco esta una elección fácil.

En todo caso yo aplaudo que haya salido en defensa de Bescansa. Ojalá su artículo sirva para acercar posiciones y dejar de gastar energías en nuestras peleas para centrarlas en la lucha común antipatriarcal. Eso sí, Beatriz no reconoce que la posición de Carolina sea feminista. Qué se le va a hacer, no se puede pedir todo.

 

 

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