Cartel

Feminismo para maternar

  • 10 octubre, 2018

El pasado sábado 6 de octubre participé en la jornada que organizó la Asociación de apoyo a la lactancia materna «La Buena Leche» en Santander con motivo de la celebración de la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Compartí cartel con Irene García Perulero, que ya tenía ganas de hacer un pimpampum al patriarcado con ella (en público, porque en privado ya lo habíamos hecho). Y tuvimos el honor de poder escuchar a Casilda Rodrigáñez, la gran investigadora de la sexualidad femenina y su relación con la maternidad.

Cada vez hay más lugares de reflexión sobre feminismo y maternidad, son tan necesarios… En este sentido, la actitud de las asociaciones de lactancia y los grupos de crianza es fundamental. La fuerza de las mujeres que los forman no se puede diluir cuando sus peques crecen y dejan de participar en ellos. En este sentido, trascender lo corporal para poner la atención en la racionalidad es fundamental para convertirnos en agentes de cambio social. Creo que tenemos que apropiarnos de nuestros cuerpos y nuestras experiencias maternales pero tambiénes hora de entender el maternaje como parte de los derechos sexuales y reproductivos, de exigir implicación política para que las criaturas reciban cuidados de calidad adecuados a sus necesidades reales y, sí, aquí llega lo políticamente incorrecto, también es momento de implicar a los padres (en el caso de familias con papá) en la crianza. Porque no existe mejor herramienta coeducativa que el ejemplo de un padre cuidador. y Es que aunque nos guste maternar, también queremos desarrollar nuestras parcelas profesionales, no queremos ser dependientes económicamente de ellos y porque mis peques tienen derecho a disfrutar de su madre pero también, sí, de su padre.

¿Cómo lo hacemos? Dependerá de la etapa de desarrollo de la criatura, por supuesto, pero estoy convencida de que en esto, como en tantas otras cosas, la polarización no nos lleva a ningún sitio. Vamos a perder el miedo a plantear opciones diferentes, a discutirlas, a el «o conmigo o contra mí». Tenemos que apropiarnos de discursos teóricos que creemos que no nos corresponden pero que en realidad no pertenecen a nadie, son válidos si nos sirven para construir el nuestro propio. Y nos hace falta un discurso propio, con bases teóricas biológicas pero también sociopolíticas.

Nuestro “lo personal es político” está en marcha. ¡Seguimos!

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