Grupos de crianza para padres
Los grupos de crianza son cada vez más frecuentes. Para quien no los conozca, son grupos que se organizan para quedar y charlar sobre la maternidad y de paso, para que los peques se relacionen un rato con otros. Suelen estar compuestos por mamás que no están trabajando fuera de casa y que pasan mucho tiempo solas con sus hijos y sus hijas, así que tienen un componente de socialización muy importante. La razón de que la mayor parte de las personas que participan en estos grupos sean madres es obvia: somos la cara oculta de la conciliación. Surgen desde la soledad en la que criamos en estos tiempos crueles, sin familia cerca que nos eche un cable. Vamos, que sustituyen en parte a la tribu de toda la vida. También los hay virtuales, porque a pesar de lo que digan algunos, somos muy modernas.
Y hete aquí, que han empezado a aparecer grupos de crianza masculinos, de papás. Que está muy bien, porque oye, no vamos a negar que esto de la mapaternidad les sacude también a ellos. Y tendrán que hablar de sus cosas, de si se les acabó salir de copas con su chica, ir al fútbol-caña por una temporadita (por lo menos hasta que el churumbel se duerma con más facilidad) o dormir acurrucados (con nosotras). Y del sexo ni hablemos. Es el tema estrella seguro, seguro, ¿qué no?
Hasta ahí perfecto: yo misma sugerí al padre de mis criaturas acudir a uno de estos encuentros de un grupo que se ha organizado cerca de casa. “Así te desahogas, compartes tus inquietudes, te vendrá bien, anímate”. Cuando le pregunté a un amigo por los horarios de las reuniones, me comentó que allá van a ir, ellos, solos, sin los peques. ¿Cómoooo? ¿Sin las criaturas? Sí hombre, no te joroba, lo que nos faltaba. Nosotras todo el día a cuestas con el cachorro y cuando ellos organizan su grupo de desahogo, nos endosan también al peque. Habrase visto. ¡A eso lo llamo yo quedar con los colegas, no grupo de crianza! Sólo les falta organizarlo en el bar de la esquina. Es que no queda un resquicio por el que no aparezca el patriarcado con sus estrategias. ¡Uf! Desde luego, el papá que yo tengo en casa no irá. Por encima de mi cadáver.